Personalidad
"-Yo sé que lo puedo hacer- dijo Tom Downey,
Mientras se servía otra mazorca de maíz del bol
Humeante… -Estoy seguro de que con el tiempo la
Muerte de ella será un misterio, incluso para mí-"
Secret Window, Secret Garden
Stephen King
-Calma, Andy. Eso no ha sido real- me dije a mí mismo, mientras encendía un cigarrillo nerviosamente. –Ha sido un sueño. Sí, sólo una horrible pesadilla.
No podía evitarlo, pero mis manos temblaban. El placer norma del cigarrillo no calmaba mis nervios. No podía haber sido cierto. Era imposible. Yo estaba en mi jardín, sentía como el aire frío de la noche me agitaba el despeinado cabello. Adentro de mi cabaña, los gritos no cesaban.
¿Cómo podía estar en esta situación? Ya casi no lo recordaba. Encime esa mujer sigue gritando ¿Por qué no hace silencio? Necesito pensar. Él había vuelto…
La última vez que lo vi, todas esas personas desaparecieron. Nadie nunca los volvió a ver. Los recuerdos me atormentaban. Me sujeté la cabeza con fuerza. No podía pensar si esa mujer seguía gritando.
¿Por qué él decidió volver ahora? Hacía tanto que no lo veía. Comenzaba a acostumbrarme a la idea de no tenerlo en mi espalda, Regañándome por todos mis errores. Se había marchado por un tiempo. Pero ahora estaba aquí, dentro de mi casa. Perturbando mi vida una vez más. Traté de pensar en otra cosa, pero después de que él volvió, me he sentido como un fantasma. No puedo hacer nada sin que él me lo reproche o me modifique. No siento, no pienso, no hablo. Lo hace todo él. Él no me deja actuar. Yo sólo soy la imagen del espejo que él decide ignorar.
De repente, los gritos de esa mujer cesan…
jerami, hay silencio total. Puedo pensar, o más bien, oír lo que pienso. Soy el fantasma de él. Soy su sombra, su consciencia. Pero él no me escucha. Sólo me llama si me necesita y algo me dice, por sus pasos viniendo hacia mí, que me llamaría pronto. Y allí está él, parado en el umbral de la puerta con su mirada típica, empapado de sangre.
-A trabajar, muchacho. Tienes un pozo que cavar.
Sus palabras son suficientes. Con la cabeza gacha, tomé la pala que se situaba al lado de la puerta y entré en la cabaña, sabiendo que me esperaba una noche no agradable. No tengo opción. Yo soy el otro, el paralelo, el subordinado. Yo, la otra personalidad.
"-Yo sé que lo puedo hacer- dijo Tom Downey,
Mientras se servía otra mazorca de maíz del bol
Humeante… -Estoy seguro de que con el tiempo la
Muerte de ella será un misterio, incluso para mí-"
Secret Window, Secret Garden
Stephen King
-Calma, Andy. Eso no ha sido real- me dije a mí mismo, mientras encendía un cigarrillo nerviosamente. –Ha sido un sueño. Sí, sólo una horrible pesadilla.
No podía evitarlo, pero mis manos temblaban. El placer norma del cigarrillo no calmaba mis nervios. No podía haber sido cierto. Era imposible. Yo estaba en mi jardín, sentía como el aire frío de la noche me agitaba el despeinado cabello. Adentro de mi cabaña, los gritos no cesaban.
¿Cómo podía estar en esta situación? Ya casi no lo recordaba. Encime esa mujer sigue gritando ¿Por qué no hace silencio? Necesito pensar. Él había vuelto…
La última vez que lo vi, todas esas personas desaparecieron. Nadie nunca los volvió a ver. Los recuerdos me atormentaban. Me sujeté la cabeza con fuerza. No podía pensar si esa mujer seguía gritando.
¿Por qué él decidió volver ahora? Hacía tanto que no lo veía. Comenzaba a acostumbrarme a la idea de no tenerlo en mi espalda, Regañándome por todos mis errores. Se había marchado por un tiempo. Pero ahora estaba aquí, dentro de mi casa. Perturbando mi vida una vez más. Traté de pensar en otra cosa, pero después de que él volvió, me he sentido como un fantasma. No puedo hacer nada sin que él me lo reproche o me modifique. No siento, no pienso, no hablo. Lo hace todo él. Él no me deja actuar. Yo sólo soy la imagen del espejo que él decide ignorar.
De repente, los gritos de esa mujer cesan…
jerami, hay silencio total. Puedo pensar, o más bien, oír lo que pienso. Soy el fantasma de él. Soy su sombra, su consciencia. Pero él no me escucha. Sólo me llama si me necesita y algo me dice, por sus pasos viniendo hacia mí, que me llamaría pronto. Y allí está él, parado en el umbral de la puerta con su mirada típica, empapado de sangre.
-A trabajar, muchacho. Tienes un pozo que cavar.
Sus palabras son suficientes. Con la cabeza gacha, tomé la pala que se situaba al lado de la puerta y entré en la cabaña, sabiendo que me esperaba una noche no agradable. No tengo opción. Yo soy el otro, el paralelo, el subordinado. Yo, la otra personalidad.